FAULKNER: NARRATIVA MODERNA
William Faulkner
Entrevista al autor
—¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?
—99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.
—¿Quiere usted decir que el artista debe ser completamente despiadado?
—El artista es responsable sólo ante su obra. Será completamente despiadado si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro. Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo...
—Entonces la falta de seguridad, de felicidad, honor, etcétera, ¿sería un factor importante en la capacidad creadora del artista?
—No. Esas cosas sólo son importantes para su paz y su contento, y el arte no tiene nada que ver con la paz y el contento.
—Entonces, ¿cuál sería el mejor ambiente para un escritor?
—El arte tampoco tiene nada que ver con el ambiente; no le importa dónde está. Si usted se refiere a mí, el mejor empleo que jamás me ofrecieron fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada qué hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada qué hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado. Un mal ambiente sólo le hará subir la presión sanguínea, al hacerle pasar más tiempo sintiéndose frustrado o indignado. Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky.
Usted dice que el escritor debe transigir cuando trabaja para el cine. ¿Y en cuanto a su propia obra? ¿Tiene alguna obligación con el lector?
—Su obligación es hacer su obra lo mejor que pueda hacerla; cualquier obligación que le quede después de eso, puede gastarla como le venga la gana. Yo, por mi parte, estoy demasiado ocupado para preocuparme por el público. No tengo tiempo para pensar quién me lee. No me interesa la opinión de Juan Lector sobre mi obra ni sobre la de cualquier otro escritor. La norma que tengo que cumplir es la mía, y esa es la que me hace sentir como me siento cuando leo La tentación de Saint Antoine o el Antiguo Testamento. Me hace sentir bien, del mismo modo que observar un pájaro me hace sentir bien. Si reencarnara, sabe usted, me gustaría volver a vivir como un zopilote. Nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo quiere, ni lo necesita. Nadie se mete con él, nunca está en peligro y puede comer cualquier cosa.
—¿Qué técnica utiliza para cumplir su norma?
—Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos. tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo.
—No sabría decirlo. Nunca he hecho la cuenta, porque la "porción" no tiene importancia. Un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cualesquiera dos de ellas, y a veces una puede suplir la falta de las otras dos. En mi caso, una historia generalmente comienza con una sola idea, un solo recuerdo o una sola imagen mental. La composición de la historia es simplemente cuestión de trabajar hasta el momento de explicar por qué ocurrió la historia o qué otras cosas hizo ocurrir a continuación. Un escritor trata de crear personas creíbles en situaciones conmovedoras creíbles de la manera más conmovedora que pueda. Obviamente, debe utilizar, como uno de sus instrumentos, el ambiente que conoce. Yo diría que la música es el medio más fácil de expresarse, puesto que fue el primero que se produjo en la experiencia y en la historia del hombre. Pero puesto que mi talento reside en las palabras, debo tratar de expresar torpemente en palabras lo que la música pura habría expresado mejor. Es decir, que la música lo expresaría mejor y más simplemente, pero yo prefiero usar palabras, del mismo modo que prefiero leer a escuchar. Prefiero el silencio al sonido, y la imagen producida por las palabras ocurre en el silencio. Es decir, que el trueno y la música de la prosa tienen lugar en el silencio.
—Usted dijo que la experiencia, la observación y la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría usted la inspiración?
—Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto.
—Y, ¿en cuanto a la función de los críticos?
—El artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El crítico también está tratando de decir: "Yo pasé por aquí". La finalidad de su función no es el artista mismo. El artista está un peldaño por encima del crítico, porque el artista escribe algo que moverá al crítico. El crítico escribe algo que moverá a todo el mundo menos al artista.
—Entonces, ¿usted nunca siente la necesidad de discutir sobre su obra con alguien?
—No; estoy demasiado ocupado escribiéndola. Mi obra tiene que complacerme a mí, y si me complace entonces no tengo necesidad de hablar sobre ella. Si no me complace, hablar sobre ella no la hará mejor, puesto que lo único que podrá mejorarla será trabajar más en ella. Yo no soy un literato; sólo soy un escritor. No me da gusto hablar de los problemas del oficio.
—Los críticos sostienen que las relaciones familiares son centrales en sus novelas.
—Esa es una opinión y, como ya le dije, yo no leo a los críticos. Dudo que un hombre que está tratando de escribir sobre la gente esté más interesado en sus relaciones familiares que en la forma de sus narices, a menos que ello sea necesario para ayudar al desarrollo de la historia. Si el escritor se concentra en lo que sí necesita interesarse, que es la verdad y el corazón humano, no le quedará mucho tiempo para otras cosas, como las ideas y hechos tales como la forma de las narices o las relaciones familiares, puesto que en mi opinión las ideas y los hechos tienen muy poca relación con la verdad.
—Los críticos también sugieren que sus personajes nunca eligen conscientemente entre el bien y el mal.
—A la vida no le interesa el bien y el mal. Don Quijote elegía constantemente entre el bien y el mal, pero elegía en su estado de sueño. Estaba loco. Entraba en la realidad sólo cuando estaba tan ocupado bregando con la gente que no tenía tiempo para distinguir entre el bien y el mal. Puesto que los seres humanos sólo existen en la vida, tienen que dedicar su tiempo simplemente a estar vivos. La vida es movimiento y el movimiento tiene que ver con lo que hace moverse al hombre, que es la ambición, el poder, el placer. El tiempo que un hombre puede dedicarle a la moralidad, tiene que quitárselo forzosamente al movimiento del que él mismo es parte. Está obligado a elegir entre el bien y el mal tarde o temprano, porque la conciencia moral se lo exige a fin de que pueda vivir consigo mismo el día de mañana. Su conciencia moral es la maldición que tiene que aceptar de los dioses para obtener de éstos el derecho a soñar.
LA LITERATURA NORTEAMERICA Y EL ROL DE FAULKNER
Un fenómeno decisivo para la evolución de la narrativa actual es el desarrollo de la novelística de la novelística y del cuento en los Estados Unidos. Y sin duda, uno de los grandes narradores e innovadores norteamericanos será William Faulkner (1867-1962), quien plantea en una forma brutal la crisis de la posguerra desde la construcción de sus ambientes y tramas.
Dice Faulkner: “El arte es más simple de lo que cree la gente pues hay muy pocas cosas sobre las que escribir. Todas las cosas conmovedoras son eternas en la historia humana, y ya han sido tratadas anteriormente, y si alguien escribe con la suficiente energía, sinceridad y humildad, y con la inalterable determinación de no darse por satisfecho nunca, nunca jamás, ese alguien volverá a tratar esas mismas cosas, pues el arte, como la pobreza, cuida a los suyos y comparte su pan”.
Es real, que William Faulkner, lleva no solo en sus palabras, sino en su creación literaria, una alianza íntima con la eternidad, “los temas de Faulkner son tan sencillos y complicados en un tiempo, tan eternos y duraderos como los de la Biblia”.
Mucho es lo que se podría decir de este autor que fue sin duda uno de los escritores más representativos de la literatura contemporánea de los Estados Unidos. Su obra es extensa y riquísima en contenidos, y esto llevó a que algunos le consideren el mejor exponente norteamericano.
Su creación no comulgó los ideales de su tiempo. Castelas, crítico literario, divide su obra en tres períodos: la etapa de aprendizaje, la etapa de afirmación y la de culminación.
La primera etapa que Castelas denomina de aprendizaje, podría ser ubicada entre los años 1924 a 1929 y presenta títulos como: “Paga del soldado” y “Mosquitos”; esta etapa se caracteriza por la creación que tiene como único fin el gusto de escribir; el mismo Faulkner, en el reportaje que Jean Stein le realizara en 1956 confiesa: “Paga de soldado” y “Mosquitos” los escribí por el gusto de escribir, porque era divertido”.
La segunda, “Etapa de afirmación”, considerada por la crítica la más importante abarca el período de tiempo desde 1929 a 1939. En este segundo período Faulkner afianza su técnica y escribe un asombroso número de novelas y cuentos de primer orden.
En este segundo período se reconocen obras como: “El sonido y la furia”, “Mientras agonizo”, “Santuario”, “Pylon”, “Absalom, Absalom”, “Luz de agosto”, “Los invictos”, “Palmeras salvajes” y otros.
La última etapa, etapa de culminación iría desde 1940 a 1962 y se vio caracterizada por novelas como “ El villorio”, “Desciende Moisés”, “Intruso en el polvo”.
Gran parte del genio de Faulkner consiste en una gran sencillez de espíritu. Demuestra su magnífico talento, cuando se refiere a temas narrativos que siente en los propios huesos, como por ejemplo: la frustración del negro en “Setiembre abrasador”, así también con su enorme poder de inventiva, un enorme poder imaginativo ficcional. Con su obra ha contribuido a mantener la teoría de que la novela constituye un arte modelo.
Su gran tema sin duda fue el sur. El sur y el reflejo de la decadencia moral moral y económica, el sur y las cicatrices de la guerra, el sur y el concepto de la aristocracia decadente, el sur como el motor de creación de un territorio sureño e imaginario que es el condado (inventado por el autor) de Yoknapatawpha; y fue en esta geografía que fue compilando el aprendizaje temático del naturalismo, buceando a través de la degradación del individuo, familias y grupos sociales en las causas remotas de la desintegración del fascinante y convulsivo Sur. Escarbó en la comarca sacralizada de los mitos, hurgando el “humus inicial”, “lo más subterráneo”, “el pasado tribal”, que muchas veces empuja a la violación y al desquite.
Sus personajes son hombre penetrados por el mito y por la tradición oral. La presencia de idiotas, tontos, cuya alucinación no se produce a partir de una separación creciente, sino de un pegoteo que crece, atrapa y concluye por englutir el todo, es otro de los caracteres principales de la narración faulkneriana.
Sin llegar a admirar al Cristianismo practicante acepta el código moral cristiano, las virtudes cristianas más elementales: respeto a sí mismo y a los demás, perdón para los otros y para nosotros mismos, la fortaleza y un sano equilibrio entre la humildad, el orgullo y la caridad.
Desprecia la rectitud inflexible, tanto si está al servicio de las costumbres del Sur, como de las doctrinas cristianas.
Desde el momento en que la mayoría de sus historias se desarrollan en el Sur, todos esos vicios y virtudes tienen a veces una estrecha relación con el problema racial de esas regiones.
Es también un maestro del estilo, tanto en la alta retórica como en la retórica popular,
El escrito no puede salir de su secreto horror, el terror que el espectáculo de la vida americana suscita en la intimidad de la conciencia de Faulkner, en la que el puritanismo se presenta aún más vivo de lo que podría suponerse, nada tiene en sí mismo que oponer a tal sociedad en cuanto a valores espirituales, puesto que la siente como un todo al que pertenece. Es por ello que manifiesta la intención de presentar una especie de fresco de la sociedad, de ahí el carácter amargo y frecuentemente sádico de su crítica, transformada en violencia representativa en las frecuentes escenas crueles y macabras. En su obra se descubre un puritanismo a la inversa, que no puede dejar de convertirse en una especie de culto de los instintos e impulsos más primitivos.
La presencia de temas sexuales que chocan con esta realidad moral burguesa decadente, como por ejemplo el tema del incesto; la amargura y el rencor, también se hacen presentes en su obra. Faulkner, dejó un vasto legado “imitado” muchas veces por fabulosos escritores, como el uso de personajes flotantes o como la creación y caracterización de ciudades _ Jefferson_ y condados _Yoknapatawpha_.
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