CLASICISMO, MANIERISMO Y BARROCO
MANIERISMO
Concepto y características del Manierismo
Se puede definir el Manierismo como un movimiento estético, originado en Italia a principios del siglo XVI, que refleja la crisis artística sufrida por la península en aquella época. Re-caracteriza por la aparición de un arte turbulento y lleno de contradicciones, deformaciones y excesos. La exageración, la rareza la angustia, la afectación y la paradoja se mezclan con el erotismo, con el gusto por lo morboso y con la atracción que ejercen las visiones de pesadilla o diabólicas.
El Manierismo pretende ser un conjunto de formas amaneradas individuales del renacimiento último sin una orientación común, a diferencia del Renacimiento y el Barroco que serán estilos colectivos.
Los circunloquios- adivinanzas, las metáforas acertijos son características de la poesía manierista.
En el Manierismo nunca se encontrarán paradojas necesarias, sino que se utilizan paradojas fingidas. Estas paradojas manieristas en realidad deberían ser llamadas paradojas calembour porque no balbucean un misterio indescriptible sino que revelan una búsqueda de fantasías a la que pertenece también la erotización superficial de los conceptos serios, místicos.
La poesía manierista de temas religiosos generales se apoya en las formas retóricas extremas como la poesía erótica. En el Manierismo incluso la enumeración infinita es recargada.
Otro modelo del renacimiento, alargado al estilo manierista es el uso recargado de anáforas. Durante el Renacimiento las palabras anafóricas usadas eran pronombres, adverbios, conjunciones, en un número moderado. En el Manierismo las palabras anafóricas se transforman en esenciales, ultra-destacadas e ilimitadas en número (se utilizan ahora adjetivos, sentencias o cláusulas completas).
Si los poetas manieristas recurren a las alusiones clásicas estas siguen siendo muy serias como en la poesía del renacimiento y no hay el más ligero toque de ironía consciente que en tales casos está presente en el Barroco.
La obra dentro de la obra, la literatura dentro de la literatura, el arte en el arte, serán otra nota interesante dentro del mundo manierista.
El juego entre la apariencia y la realidad, lo que es y lo que parece también se enmarcarán dentro de sus cualidades y notas más destacables.
Es un estilo aristocrático, dirigido a personas de cultura, refinadas, un tanto hartas de la perfección formal del Renacimiento clasicista. Por ello se buscará lo artificioso, aquello que nunca se haya hecho, lo sorprendente, lo imaginativo.
Arnold Hauser define el Manierismo desde su perspectiva particular al decir: “en arte y literatura el manierismo significa alienación individual, tendencia a gozar de elementos separados “per se”, falta de proporción, orden y unidad. Así como en la pintura, las figuras contrastan absurdamente con su propio espacio, el lenguaje, absurdamente también, no expresa ideas, sino reclama significado de formas; se encuentra aquí y allá distorsión, no dirección ni orientación hacia otro fin que no sea la de la inteligencia del artista”.
BARROCO
En sus comienzos la palabra barroco se empleaba para aludir a una forma de arte extraña y que no aportaba nada al mundo artístico, formas exuberantes y mal vistas, porque escapaban a la imagen que el Renacimiento había impreso en las formas que encontraba bellas. Se cree también que el término puede tener su origen en la irregularidad que se le atribuía a ciertas perlas, irregularidades que llegaban a ser incluso monstruosas y que hacía que su valor en el mercado disminuyera considerablemente.
Como cualidades del Barroco encontraremos:
El panteísmo y la reproducción por la Cultura de los procederes de la naturaleza.
Dentro del hacer literario podemos encontrar notas como: la distorsión, la exageración, el enredo, el artificio, lo forzado, el aristocratismo a ultranza, el cultismo indiscreto, el bizantinismo en la alusión mitológica, el hipérbaton frecuente, la multivalencia en cada alusión, la metralla metafórica, las interminables estructuras resultantes del amontonamiento afuncional de elementos, la selva de evasiones deliberadas, el equilibrio penosos y logrado a fuerza de difícil discernimiento: todo esto, en fin, bien podría servir como suma de rasgos característicos de la sustantivación de las formas a la que se somete la palabra en el Barroco.
Es por excelencia un arte cristiano. Lo barroco es la fuga musical, la forma abierta, lo arabesco. El juego entre lo carnal y lo espiritual, del contraste y el claroscuro: “el hecho espiritual aparece siempre encarnado, y la carne llama siempre a lo espiritual”, rara y forzosa hermandad de dos realidades, aparentemente irreconciliables, del hombre.
El agotamiento de las largas luchas religiosas dadas durante el Renacimiento, muestran en el Barroco su faceta a través del cansancio y el agotamiento.
En el Barroco se combinan formas y estilos anteriores, esto dará a lugar a los contrastes. Los contrastes son variados, unas veces se visualizan en el pensamiento del autor, otras en escribir obras de tono elevado junto a sátiras grotescas.
ESTUDIOS SOBRE EL BARROCO, Helmut Hatsfeld
El Manierismo no es Barroco
El profesor Hauser dio sus propias ideas acerca del tema: “En arte y en literatura el Manierismo significa alienación individual, tendencia a gozar de elementos separados “per se”, falta de proporción, orden y unidad. Así como en la pintura las figuras contrastan absurdamente con su propio espacio, el lenguaje, absurdamente también no expresa ideas, sino reclama significado de las formas, se encuentra aquí y allá en distorsión, ni dirección ni orientación hacia otro fin que no sea el brillo de la inteligencia del artista.
El firme juicio de Hauser implica además que el Renacimiento y el Barroco son estilos colectivos, mientras que el Manierismo es una colección de formas amaneradas individuales del Renacimiento último sin una orientación común.
Los circunloquios, adivinanzas, las metáforas acertijos son la características de la poesía manierista. En el Manierismo nunca se encontrarán paradojas necesarias, sino que se utilizaban paradojas fingidas. Estas paradojas manieristas en realidad debían ser llamadas paradojas calembour porque no balbucean un misterio inescrutable sino que revelan una búsqueda de fantasías a la que pertenece también la erotización superficial de los conceptos serios, místicos.
La poesía manierista de temas religiosos generales se apoya en formas retóricas extremas como la poesía erótica. En el Manierismo incluso la enumeración infinita es recargada.
Otro modelo del Renacimiento, alargado al estilo manierista es la recargada anáfora. Durante el Renacimiento las palabras anafóricas usadas eran pronombres, adverbios, conjunciones, en un número modero. En el manierismo las palabras anafóricas se transforman en esenciales, ultradestacadas e ilimitadas en número ( se utilizan ahora adjetivos, sentencias o cláusulas completas).
Si la poesía modernista es verdaderamente espiritual, llama la atención por su extremo naturalismo. Si los poetas manieristas recurren a alusiones clásicas estas siguen siendo muy serias como en la poesía del Renacimiento y no hay el más ligero toque de la ironía consciente que en tales casos está presente en el Barroco.
En el Barroco hay siempre una proporción objetiva, no exotérica ni individual , que hace llamamiento a una colectividad y expresada por tanto con solemnidad representitativa, exageración dignificada y un esplendor que al final está además recargado por una afirmación decepcionante.
BARROCO, “Diccionario universal de Arte”. Argos-Vergara.
Antes de que los críticos alemanes del siglo XIX definieran su sentido histórico, esta palabra poseían, sobre todo, un valor conceptual y era empleada, para designar cualquier exceso en el arte: lo raro, el mal gusto y la imperfección y las “muecas, contorsiones o paroxismos ridículos”
Todo arte cuya preferencia se centra en la idea de síntesis intuitiva y no en el análisis racional, corresponde a una mentalidad barroca. Calderón o Proust son barrocos desde esta visión, en música Beethoven y la mayor parte de los creadores de jazz. La exuberancia es barroco.
El origen del término es incierto: algunos autores estiman que procede del italiano “baroco”, nombre del silogismo de la lógica verbal, mientras que otros lo hacen derivar del portugués “barroco” ( que en castellano se lee “barrueco”) que en joyería significa piedra irregular. A comienzos del siglo XVIII esta palabra se convertiría en sinónimo de raro, y en el siglo XIX el historiador suizo Burckhardt le dio el sentido que hoy tiene.
El Barroco refleja el estado de ánimo generalizado que promovido por el orden de las ideas nuevas de los jesuitas se manifestó en Italia y España y más tarde en toda Europa Occidental a partir de finales del siglo XVI hasta mediados del XVIII y ello en todos los campos de la actividad creadora. Dado que el Renacimiento había mantenido en cada país carácter original, se considera que la reacción barroca nace casi al mismo tiempo en todas las zonas católicas; sin embargo es indiscutible que este movimiento tuvo especial importancia en Roma. El saqueo de esta ciudad por tropas imperiales (1257) es considerado como fin del Renacimiento, sin embargo hoy se plantea que entre ese movimiento y el barroco hubo un periodo denominado Manierismo. El siglo XVI siglo de transición, vio surgir por doquier multiplicidad de géneros.
La iglesia de contrarreforma quiere presentar un nuevo rostro y los jesuitas imponen su criterio de dinamismo y usan el arte para ello.
Los grandes descubrimientos transforman la economía y proporcionan un progreso desconocido hasta entonces a ciudades como Lisboa, Sevilla, Amnsterdam, etc. En Italia los arquitectos restauran y construyen.
En este clima de efervescencia afloran nuevas ideas por doquier, con el fin de crear nuevas técnicas y formas refinadas y elegantes. Pero hasta finales de siglo no se puede hablar del Barroco como una “reacción contra la crisis de la forma del seno del Manierismo. Entre los precursores podemos citar a Miguel Ángel, Rafael, Peruzzi y Vignola.
Las obras del Barroco son pictóricas ( importancia de los valores) y aspiran a la libertad, se abren, se oscurecen y prefieren lo infinito a lo concreto.
El barroco se desinteresa de la ciencia y el análisis de los detalles, e insiste, en el devenir y en la síntesis dentro del movimiento. Se da una inclinación por la novedad y lo raro, por los artificios y la audacia en general.
BARROCO Y CLASICISMO. Victor L. Tapie
Si consultamos el primer diccionario de la lengua francesa que haya acogido el término , el de Furetiere en 1690, lo encontramos provisto de un sentido claro y definido: “Es un término de joyería que solo se aplica a las perlas que no son perfectamente redondas”.
En 1740 el término admitía el sentido figurado: “ Barroco se dice también en sentido figurado por irregular, extraño, desigual. Un espíritu barroco, una expresión barroca”.
En la “Encyclopédie méthodique”, obra reservada a la arquitectura y confiada al joven Quatremére de Quincy, se da, en 1788, una definición del Barroco, esta vez aplicada al arte de construir: “ Barroco, adjetivo. El Barroco en arquitectura es un matriz de lo extravagante. Es, si se quiere, su refinamiento o si se puede decir, su abuso. Lo que la severidad es a la sabiduría del gusto, el barroco lo es a lo extraño, es decir que es su superlativo. La idea del barroco entraña la del ridículo llevado al exceso..”
Aún condenándolo como inferior al del Renacimiento, Burckhardt admitía que no estaba tan desprovisto de interés como a menudo se cree. La arquitectura barroca habla la misma lengua que el Renacimiento , pero al estilo de un dialecto salvaje.
Henri Wonfflin, uno de los iniciadores después de Burckhardt, del estudio del Barroco tiene la responsabilidad de muchas opiniones admitidas hoy día- muchas, muy discutibles- pero el mérito le corresponde por haber contribuido a precisar mejor que nadie lo que había que entender por Barroco. Al analizarlo, en una segunda obra, “Kunstgeschichtlide Grundbegriffe” (1915), mostraba al Barroco opuesto al renacimiento clásico, ya no como su derivación o su corrupción, sino como dos estilos, en los que cada uno preserva su originalidad. Allí donde el artista del Renacimiento persigue la línea, el dibujo, el del Barroco se dedica al color; el primero adopta el plano y el otro la profundidad, la forma cerrada y la forma abierta, la unidad, la pluralidad, la claridad absoluta o la claridad relativa de los objetos presentados. Entre estas categorías artísticas, el Clasicismo renacentista, primero, el Barroco, después, habían hecho su elección. La fuerza de cada uno provenía de su aptitud para traducir el espíritu de una época.
En 1921 Werner Weisbach demostraba que el Barroco había sido la expresión de una civilización católica, con sus valores particulares, sus contradicciones y su impulso general.
Eugenio d´Ors acepta el carácter de preocupación cósmica del Barroco, su interés por todas las formas de vida y todos los aspectos de la naturaleza, sus afinidades rurales y campesinas.
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